No al consumo del Pez Loro
Nos vamos de vacaciones al Caribe!! ¿Quién no sueña con un mar color turquesa, increíbles playas bordeadas de palmeras con cocos colgando en bonitos racimos y una arena fina y blanca que se desliza suavemente entre nuestros pies?
¿Pero sabemos realmente cómo se formaron estas soñadas playas?
Quizás nos sorprendamos al leer esta historia, pero vamos a conocer al responsable de la misma, el pez loro (parrot fish). El pez loro tiene un aspecto muy diferente dependiendo de la región, pero esa boca en forma de pico es igual en todas ellas.
Desgraciadamente, no sólo es un bonito pez colorido, por eso se llama pez loro, sino que también está muy rico. Y lo lamentamos, porque este pez no debería estar en ningún plato. No porque sea perjudicial para la salud, que no lo es, sino que es de vital importancia para la supervivencia de los corales, de enorme importancia para el mantenimiento del ecosistema y de la belleza de las playas que todos admiramos del Caribe.
Además de sus colores, el pez se caracteriza principalmente por la boca, esto realmente le dio su nombre, porque recuerda a un pico. Tiene uno dientes como serruchos que utiliza como herramienta de alimentación para cortar perfectamente corales muertos, los tritura y pulveriza hasta convertirlos en arena fina. Este coral no es su alimento principal, pero sí es parte del mismo y del que extrae calcio. Lo que desecha posteriormente es arena blanca y fina. Podría ser llamado «Gusano del mar», ya que es como la lombriz que desecha tierra ligera.
El pez loro tiene además una tarea importante y es comerse las algas que cubran los arrecifes de coral, que les causan un daño considerable. Lamentablemente, no hay otro ser vivo que libere a los corales de las algas. Ahora comprenderás por qué este pez es tan importante, le da la vida al coral y elimina arena fina y blanca. ¡Durante su período de vida natural, un pez puede excrementar cientos de kilogramos de arena!
Biólogos marinos advierten de la mortandad de los corales. Los corales son importantes para la vida en el mar. Cubren sólo el 1% de los fondos marinos todo, pero suponen el 25% de protección de la vida marina y su hábitat.
La extinción de los arrecifes de coral está progresando rápidamente en muchas regiones del Caribe. El hombre está fascinado por la belleza natural y el turismo daña los arrecifes de coral. Barcos diarios traen cientos de turistas. Protectores solares y repelentes de insectos ensucian de químicos el agua. Estos también atacan a los corales, las sustancias aceitosas hacen aumentan el índice de refracción del agua. El sol actúa más sobre los corales y los afecta negativamente.
La barrera coralina, tan frecuente en estas costas, mantiene alejados no sólo a tiburones, sino que reduce también las olas y las corrientes marinas. El masivo tráfico de barcos también es un gran enemigo para los corales.
La consecuencia es que las playas se estrechan, ya que se reduce la franja de arena, en definitiva, se destruyen las costas.
El hombre destruye la naturaleza una vez más y no le importa que él se pone en peligro a sí mismo. La acumulación de residuos orgánicos que causa la proliferación de ciertas algas, ha aumentado desde los años 70. Sustancias tóxicas y las aguas residuales de las alcantarillas que se vaciaron sin vacilación a los mares, aumentó rápidamente el número de algas, disminuyendo el de peces.
Pero volvamos a nuestro pequeño pez loro que tan apreciado es en la cocina. No esperamos de los pescadores que muestren comprensión por la naturaleza o preocuparse por las playas. Ellos sobreviven gracias a la pesca. Cuanto más llena esté la red, mayor será su recompensa, todo lo demás es irrelevante.
Depende de los consumidores. Si rechazamos enérgicamente los peces loro, los restaurantes ya no lo ofrecerán en sus cartas. Si no se come, nadie lo comprará. Si los pescadores no lo venden, no lo capturarán.
Los corales mueren porque nadie los libera de las algas.
¡No consumamos pez loro!
Hemos destruido tanto, ahora vamos a destruir el último eslabón importante de nuestra cadena de playa/naturaleza. Si el pez loro no se come las algas, estas cubren los corales y dificultan la ingesta de los microorganismos en el agua, que es su alimento. Los corales mueren y se destruyen las costas.
¡Son los pequeños gestos que ayudan!
Existen organizaciones, que están luchando para crear jardines de coral, para la reconstrucción de arrecifes de coral. Se realiza un primer paso importante, pero la construcción dura más y la destrucción avanza rápidamente. Es momento de repensar y contagiar a los demás. El Pez loro nos lo agradecerá con fantásticas playas de arena blanca. Y sí, sentimos aclararlo ahora, son sólo excrementos.